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Nº 17 Sección 2ªicass - Nº39/C222


¿Cómo mejorar la calidad de vida de nuestros mayores?

No tenemos porque ser especialistas en el cuidado de ancianos para poder mejorar su calidad de vida con pequeños gestos de la vida cotidiana. Aquí te dejamos algunos ejemplos para poder ayudar a esas personas mayores que tanto queremos y que tanto nos importan: Cuando una persona se jubila, normalmente comienza a tener más tiempo libre. Es muy importante encontrar una actividad, un hobbie con el que autorrealizarse  y entretenerse en el día a día, para no caer en la rutina y el aburrimiento. Es indispensable que las personas mayores no se aislen. Es decir, que siempre estén rodeados de gente, de seres queridos, que socialicen con otras personas de su entorno. La familia es muy importante. Es fundamental que estas personas no pierdan los vínculos con su familia, hijos, sobrinos, nietos… Jugar con niños pequeños es una actividad muy beneficiosa para nuestros mayores. Estudiar. Muchos expertos recomiendan estudiar algo que nos guste, sin prisa, poco a poco, por simple interés. Además de conocer más sobre un tema interesante, ayuda al cerebro a mantenerse activo. Ejercicio físico. Además de ejercitar el cerebro, es muy importante hacer ejercicio físico, aunque sea poco. El ejercicio físico ayuda a nuestros huesos y articulaciones a ralentizar el paso de los años, y nos hace sentir más felices. Por último pero no menos importante, es esencial darles mucho cariño, amor y compañía. Este es el mejor ingrediente para que nuestros mayores sean felices, y para que miren la vejez como una oportunidad de vivir una gran...
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La isla griega en la que hacerse mayor no es un problema

Cristina Kochila tiene tantas arrugas en la piel que sería difícil contarlas todas hasta para el más experto de los científicos. El pelo se le aclaró hace ya décadas. Es de un delicado blanco grisáceo, como el de las nubes que divisa desde su ventana mientras hace croché. Han traído lluvia en los últimos meses, y mucha: «este es el peor invierno que recuerdo», rememora, con voz queda pero segura. No lo dice cualquiera. Es el centésimo tercer invierno que otea desde su ventana. Nació en 1912 en un lugar muy especial: Icaria, la pequeña isla del mar Egeo griego donde los ancianos parecen haberse olvidado de morir. Es un lugar mágico, de tan solo 10.000 habitantes y a 50 kilómetros de Turquía, donde cada piedra despierta tradición. Allí cayó Icaro, según la mitología helena, cuando se le derritieron sus alas de cera, tras intentar alcanzar el sol volando. Quién sabe si dejó el secreto de la longevidad. Sus pobladores viven diez años más de media que los ciudadanos de Europa occidental y EEUU. Tienen dos veces y media más de posibilidades de llegar a los 90 años -alcanzan esa edad cerca de un tercio de sus habitantes- y en sus tierras hay proporcionalmente diez veces más parejas de hermanos nonagenarios que la media europea, según los expertos. No solo alcanzan más edad, sino que lo hacen en un mejor estado de salud. Quienes viven allí tienen, por ejemplo, un quinto de las posibilidades de desarrollar demencia senil o Alzheimer con respecto a los norteamericanos: «Nunca nos sentimos insatisfechos. Ejercitamos la mente, recordamos, pensamos…a mí me gusta leer y escribir por mí misma», explica Cristina, con la lucidez de una persona de mucha menos edad. Hace 103 años, cuando nació, la isla aún estaba bajo dominio del Imperio Otomano, por insólito que parezca. Pasó los duros aguaceros del invierno ya saliente tejiendo en su silla de plástico frente a la cristalera que protege su hogar de los fuertes, pero limpios, vientos del lugar. Ya fueron mencionados por Homero en la Ilíada. El efecto de Eolo aisló a la isla durante décadas. La larga distancia que separa a Icaria de la Grecia continental continúa suponiendo un obstáculo para la llegada de las más actuales vanguardias y estilos de vida. Recibe pocos turistas. Esa lejanía puede ser uno de los factores de la longevidad de sus gentes. Muchos ancianos continúan teniendo...
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